sábado, 27 de marzo de 2010

DIOS Y EL ATEÍSMO



El ateísmo es probablemente una gracia de Dios y quizás la gran Noche fuera de la cual las estrellas no se pueden contemplar. Puede ser que sea, simplemente, la hora de las tinieblas que prepara el alba de una nueva luz. Porque si hay algo en que todos los grandes místicos, cristianos o de otras religiones, caen de acuerdo es en esto: El que es Todo sólo en la Nada se da a conocer.


No es casualidad que el Evangelio insista en que es preciso dejarlo todo para seguir a Jesús y perderlo todo para encontrarlo. Y es por eso, sin duda, que a sus discípulos que buscan retenerlo, él mismo les dice: “Es mejor para ustedes que yo me vaya” (Jn 16,7).


Los discípulos tienen que atravesar la noche de la cruz y enterrar a Jesús para que despunte en ellos la conciencia de que ha comenzado para él un nuevo modo de estar en medio de ellos. De igual manera, los conceptos sobre Dios, las visiones mentales y formas exteriores que nos hemos fabricado del mundo "de arriba" deben desaparecer para que aparezca dentro de nuestro ser una visión más verdadera, más sólida, más cercana de Aquel que lo trasciende todo… Así como el alimento deja que su apariencia exterior se desintegre y se disuelva en el cuerpo para ser absorbido y convertido en energía, del mismo modo las imágenes y los dogmas que nos hemos formado acerca de Dios, por muy valiosos que sean, deben triturarse, extinguirse y morir, para convertirse en alimento interior, en luz transformadora y vivificadora.


El ateísmo es necesario, o por lo menos inevitable. En todo caso es una oportunidad para que los creyentes y la Iglesia se limpien de todo aquello que les impide acoger una dimensión nueva de la revelación. Dios tiene necesidad de liberarse de lo que hasta ahora hemos descubierto de Él/Ella para volver al mundo con la luz de un nuevo día.


El ateísmo no es realmente lo contrario de la fe, sino el fin de una fe que no puede llegar a más…


Pensar así ¿es realmente injuriar a Dios? La injuria sería más bien no creer que Dios es también el creador de la noche… y que de la nada Él sigue haciendo grandes cosas.


La Ascensión de Jesús a los cielos marca el fin de una fe y el comienzo de una nueva manera de creer. Entre ambas: una gran nube…, luminosa quizás para el corazón, pero siempre impenetrable para los ojos y la razón.


Estamos pasando a una nueva forma de conocimiento.