sábado, 5 de marzo de 2011

DIOS ES ÁRABE TAMBIÉN


Por más que la Biblia proclame a Dios como un Dios “lleno de ternura, lento para enojarse y siempre amoroso”, muchas de sus páginas lo pintan como un guerrero cruel y vengativo. Tuvo que darse la “revolución copernicana” de Jesús de Nazaret para que Dios guarde sus armas y aparezca definitivamente como el Dios amigo. Pero aún así, no se ha borrado del todo del inconsciente de muchos la imagen del Dios peleador. Enhorabuena. Porque a Dios siempre le ha gustado pelear. Ha peleado mucho en el pasado y sigue peleando hoy más que nunca. Pero no del lado del gordo, del grande o del fuerte, sino del lado del chico, del pequeño, del debilucho. Nunca del lado del opresor, sino del lado del oprimido.

Cuando los esclavos hebreos logran escaparse de las garras del “dios” faraón, o cuando David, el joven pastor de ovejas, derriba al “invencible” Goliat, todos reconocen allí la mano de Dios. Cuando la hermosa Judith seduce y emborracha al gran general Holofernes y luego le corta la cabeza, o cuando Ester se desmaya en presencia del temible “Rey león” para tocarle el corazón y así consigue de él que mande al primer ministro a la horca, nadie duda de dónde esas dos mujeres han sacado su fuerza.

El Dios que vive no está en los cuarteles del Estado Mayor de Mubarak, de Ben Ali, de Gadafi, sino en la Plaza Tahrir del Cairo, en las calles de Túnez, de Trípoli, de Benghazi. Está al lado y en el coraje de los que se alzan contra los generales, coroneles, presidentes y príncipes locos.

Los hay que no creen en Alá ni en la resurrección, porque se les enseñó que Dios no se mete en política, y menos aún en revoluciones. Se les enseñó que Dios es indiferente a ciertas realidades y bendice a todos, tanto a los dictadores como a sus víctimas. Se les enseñó que en situaciones en las que se juega la vida o la muerte de pueblos enteros, Dios es neutral. Que Dios no está con los que gritan y rompen vidrios.

La Biblia fue escrita para convencernos de lo contrario. Dios está del lado de la mujer que da a luz y del niño que le desgarra el vientre para nacer. Está del lado de la vida y de la libertad. Esto se llama amor. Esto es Dios.

¿Dios gana siempre? Ojalá que sí, pero no. A veces termina en una cruz. Pero tarde o temprano resucita.

1 comentario:

  1. Una gran obra de arte divina su texto mi querido Eloy. Tengo mucha alegria en leer sus escritos Nene.

    Felicidades y adelante Che.

    Saludos de vuestro dicipulo, José Domingos.

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